Mil recuerdos en mi maleta

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Bari, una de las joyas de la región de Apulia, en Italia, es una ciudad donde la historia se respira en cada esquina. Desde la imponente Basílica di San Nicola hasta las estrechas callecitas del Bari Vecchia, la ciudad te invita a perderte entre su piedra dorada, sus plazas escondidas y su vibrante atmósfera. Si solo tienes unas horas para explorarla, aquí te contamos cómo aprovechar cada minuto y descubrir los imprescindibles de Bari sin perder ni un ápice de su magia.

Además, Bari es la puerta de entrada a Apulia, la región conocida como “el tacón de Italia”. Y no es para menos: si imaginas el mapa de Italia como una bota, Apulia es ese tacón que pisa fuerte en el Adriático, lleno de historia, playas de postal y pueblos que parecen salidos de un cuento. Desde los característicos trulli de Alberobello hasta las impresionantes costas de Polignano a Mare y (nos lo apuntamos en nuestra lista de «destinos pendientes») esta región combina tradición, gastronomía y mucho sol… suficiente para que nos ‘derritiese’ literalmente ese día🥵.

Llegada a Bari: primer contacto con la ciudad

Nuestro crucero atracó en Bari a las 9 de la mañana y, con solo siete horas para disfrutar de la ciudad, habíamos planeado aprovechar cada minuto. Reservamos un shuttle que nos dejó justo en la entrada del casco antiguo. La verdad es que el centro no está muy lejos del puerto de cruceros, pero no queríamos perder tiempo valioso.

Paseo por Bari Vecchia: callejones con encanto

Desde las puertas a Bari Vecchia empezó nuestro recorrido. Lo primero que me llamó la atención fue la armonía del color de la piedra: las calles, las fachadas, incluso las plazas parecían formar parte de una misma paleta. Caminando entre callejuelas y plazas, el calor era intenso, demasiado para nuestro gusto, pero eso no nos detuvo; el encanto de Bari podía más que el termómetro.

Imprescindibles de tu visita en Bari

Durante nuestra escapada exprés, visitamos algunos de los imprescindibles de la ciudad. Aquí te dejo una lista:

El shuttle nos dejó a las puertas de Bari Vecchia, en la Piazza Ferrarese. Esta plaza es una de las más grandes y animadas de la ciudad. En la misma se conservan restos de pavimento romano, todo un guiño al pasado.

En las inmediaciones de la plaza podemos ver la Iglesia de Santa Valissa, que ahora alberga un centro sociocultural.

Rápidamente nos metimos en la sombra de la callejuela donde empieza el casco antiguo. Pudimos ver el Palazzo del Sedile y la iglesia de Santa Ana.

👉Consejo práctico: Bari está repleta de iglesias, si quieres visitarlas tienes que llevar ropa que cubra hombros y rodillas, o llevar un foulard ligero para echarte por encima como hice yo.

¡Qué maravilla encontrar calles a la sombra tan bonitas como esta!

Seguimos recorriendo hasta llegar al arco de piedra que abre la entrada a la Basílica di San Nicola: El icono de la ciudad y un lugar de peregrinación muy especial.

Estaba decorada para algún evento y lucía preciosa.

Uno de los detalles que más nos llamó la atención en la Basílica fue su impresionante techo barroco, obra de Carlo Rosa del siglo XVII. Los paneles de madera tallada y dorada, decorados con escenas religiosas y alegóricas, llenan la nave central de un dinamismo visual que casi nos hizo sentir que estábamos ante una pequeña versión del Palacio Ducal de Venecia. La riqueza de los detalles y la majestuosidad del conjunto crean una atmósfera que combina devoción y arte de manera espectacular, dejando claro por qué este lugar sigue siendo un referente tanto para peregrinos como para amantes del arte

Después de esta estupenda visita, visitamos algunas tiendecillas para hacernos con algún souvenir. El peque eligió este que, la verdad, está muy chulo!

Seguimos recorriendo callejuelas, algunas tan especiales como esta:

Y nos dirigimos edificio emblema de Bari: la Catedral de San Sabino.

Optamos por la entrada conjunta que incluye también el museo y la cripta, lo que nos permitió descubrir no solo la impresionante arquitectura románica de la catedral, sino también el rico patrimonio histórico que la rodea. El interior nos sorprendió por su elegancia sobria y la sensación de calma que transmite, con sus columnas y techos que parecen contar siglos de historia.

Recorrer el museo al lado nos ayudó a comprender mejor la evolución de la ciudad y su relación con la iglesia, haciendo que la visita fuera mucho más completa y enriquecedora. Desde el museo se podía acceder al patio de la catedral, y también subimos a la terraza, dónde se aprecia una vista muy bonita.

Al salir de visitar el museo, el calor era ya bastante insoportable, así que decidimos encaminarnos hacia el Lungomare Nazario Sauro, a ver si notabámos una ligera brisa (va a ser que no 😅). Es el paseo marítimo de Bari.

Muy cerca se encuentran el Teatro Petruzzelli y el Teatro Margheritta, que vale la pena verlos aunque sea sólo su fachada.

Cierre de nuestro día en Bari

Emprendimos, achicharrados, el camino de vuelta al shuttle que nos devolvería al barco. Aunque no pudimos verlo todo en detalle, cada rincón tenía su encanto y caminar por Bari fue como pasear dentro de una postal. Sin duda, la combinación de su piedra dorada, sus callejuelas y su gente hace que incluso un día de calor abrasador se convierta en una experiencia inolvidable.

El atardecer de ese día, ya en alta mar, fue el broche final a nuestra experiencia.