Un día inolvidable en Kotor, Montenegro.
⏱5 minutos
Navegando por la Bahía de Kotor
Nuestro crucero, el MSC Opera, atracaba en Kotor a las 8 de la mañana, pero ese día nos despertamos sobre las 6 para ver cómo el barco navegaba por la impresionante bahía de Kotor. Desde la zona de proa, que teníamos justo al lado de nuestra cabina, contemplar cómo la costa y las montañas se reflejaban en el agua nos dejó sin palabras.


La bahía es un largo fiordo de aguas tranquilas, salpicado de pequeñas islas, como la isla icónica Nuestra Señora de las Rocas, y pintorescos pueblos, como Perast, con sus casitas coloridas y torres que parecen salidas de un cuento.

Con un comienzo así, sabíamos que nos esperaba un día alucinante. Teníamos 9 horas por delante para explorar Kotor en todo su esplendor. Desde el barco, sus montañas se erguían imponentes.

Primeros pasos en tierra montenegrina
Al poner un pie en el puerto, nos recibió el cartel de bienvenida de Kotor, Montenegro, y justo al lado, la Puerta del Mar, una entrada histórica que nos transportó de inmediato a la época medieval.


Tras atravesarla, lo primero que nos llamó la atención fue la Catedral de San Trifón, con su elegante fachada románica y las montañas que la enmarcan majestuosamente.

No pudimos evitar fijarnos en los primeros gatos que se dejaban ver por las calles empedradas; nuestro peque estaba encantado. Kotor es conocida como la ciudad de los gatos, y es fácil entender por qué. ¡Están por todas partes!

Nos dirigimos hacia la Puerta del Río, donde se alza la imponente Torre Kampana, y desde allí ya podíamos apreciar el paisaje de Kotor que nos acompañaría durante todo el día.


Peldaños hacia panoramas impresionantes
Queríamos aprovechar la »frescura» de la mañana (ejem….hacía un calorazo) para recorrer las escaleras de la muralla de Kotor, un camino histórico que asciende más de 1.350 peldaños y un desnivel de aproximadamente 260 metros, ofreciendo vistas que literalmente te dejan sin aliento.

El recorrido comienza muy cerca de la Puerta del Río y nos lleva por tramos entre la muralla en ruinas y una vegetación frondosa, con un calor que ya a primeras horas se hacía notar. Llevábamos gorras, agua fresca, protección solar y algo de picar, y encontramos un pequeño bar al inicio del camino donde se puede comprar algo para el trayecto.

A mitad de camino llegamos a un punto intermedio con la Torre del Santuario de Nuestra Señora de la Salud, un lugar perfecto para fotos icónicas de Kotor, donde paramos a admirar el paisaje.

A medida que subíamos, las vistas se volvían cada vez más impresionantes, y el esfuerzo merecía completamente la pena. Sí, ahí abajo se ve nuestro crucero así de pequeñito 🤣.

Finalmente, llegamos al final del recorrido, coronado por un pequeño castillo en ruinas, la Fortaleza o Castillo de San Juan, rodeada de arcos antiguos y vegetación, desde donde se puede contemplar toda la bahía en un espectáculo visual que nunca olvidaremos.


¿Se nota que no paramos de hacer fotos, verdad? 🤣 Tras disfrutar de las vistas desde lo alto, tocaba la bajada por el mismo camino de la muralla.

Aunque el esfuerzo de las piernas se notaba, el paisaje seguía siendo tan hipnótico que la bajada se hizo rápida.

Viaja tranquil@ a Montenegro con Iati
Explorar Kotor y su bahía es una experiencia única, pero siempre es mejor viajar protegido. Con IATI Seguros tendrás asistencia médica, cobertura ante imprevistos y tranquilidad para disfrutar al máximo tu viaje. Contrata desde aquí y obtén un 5% de descuento en el mejor seguro de viajes.
Explorando el casco antiguo de Kotor
Ya en el casco histórico, lo primerísimo que hicimos fue darnos un merecido premio: unos helados deliciosos que nos supieron a gloria. Con energías renovadas, aprovechamos para curiosear algunas tiendas de recuerdos, donde encontramos pequeños detalles típicos de Montenegro, y después nos adentramos a recorrer los imprescindibles de Kotor.


Entre sus calles empedradas descubrimos rincones con fachadas antiguas llenas de detalles, ventanas con contraventanas de madera, balcones floridos y carteles en forma de pergamino que nos recordaban mucho a los que habíamos visto en Dubrovnik. El ambiente medieval se respiraba en cada esquina, acompañado, cómo no, por la presencia de los gatos de Kotor, que parecen ser los verdaderos dueños de la ciudad. Nos sorprendió ver que incluso tienen comederos repartidos por las plazas y calles para cuidarlos.

Llegamos a la Plaza de Armas, rodeada de edificios históricos, esta animada plaza es la más grande de la ciudad y se encuentra presidida por la famosa Torre del Reloj del siglo XVII.

Continuamos nuestro recorrido y llegamos a la plaza de San Lucas, donde se encuentra la iglesia del mismo nombre y la iglesia de San Nicolás.



La ciudad nos pareció una auténtica pasada, tiene encanto allá donde mires.

Decidimos parar en una terraza a disfrutar de unos buenos calamares fritos —el plato favorito del peque– y reponer fuerzas. Así además nos resguardamos un poco del sol, que estaba pegando fuerte.
Desde allí, avanzamos hacia la Puerta del Sur, donde las murallas se encuentran con el agua cristalina que rodea la ciudad. El contraste de las piedras antiguas de la Fortaleza Gurdic con el azul turquesa del río Škurda y el verde de las montañas fue simplemente mágico.


El adiós desde el agua: contemplando la bahía
Con las energías ya gastadas pero con el corazón lleno de recuerdos, emprendimos el camino de regreso al barco. Y aunque parecía que el día había terminado, todavía nos esperaba un último regalo: el atardecer navegando por la bahía de Kotor en sentido inverso.

Ver cómo el sol caía tras las montañas y cómo el mar se teñía de tonos dorados fue el broche de oro perfecto para un día de ensueño.

Kotor nos regaló historia, naturaleza, aventura y emoción en solo unas horas, pero se quedó grabada para siempre como uno de los destinos más especiales de nuestro crucero.




Deja un comentario